Fin de ciclo para Lagunak y María Goñi que se despide del club de toda su vida
El domingo acabará un ciclo para Lagunak. El partido contra el Levante pondrá fin a un periplo de cinco años para el equipo amarillo en la elite. No será el único adiós. Tras 17 años defendiendo la portería navarra, María Goñi también se despedirá del equipo de toda su vida. «Hace algún tiempo que decidí que mi etapa aquí había acabado -explica-. No tiene nada que ver con el descenso. Siempre me he movido por sensaciones y cuando he decidido seguir otras veces es porque algo dentro me ha dicho que lo hiciera. Pero desde hace meses tengo esa sensación de que se ha acabado mi etapa. No tengo las fuerzas o la ilusión necesarias para empezar en otra categoría, convencerme, convencer a la gente de que vamos a subir... Se me hace duro, pero esta etapa se ha acabado». Esta etapa, pero no necesariamente su carrera. «Sé que estoy en un buen momento para poder continuar practicando fútbol. Creo que tengo una buena edad (31 años) para una portera y no estoy cerrada a alguna posibilidad que me pueda ilusionar». Posibilidad que se ha dado en el pasado, aunque entonces prefirió quedarse. «Me muevo mucho por sensaciones, emociones... Y el reto de Lagunak siempre me ha tirado. Ahora es diferente y además después de pasarme casi toda la vida jugando a fútbol me daría rabia acabar así. Las despedidas siempre son tristes, nunca hay un buen final, pero preferiría que no fuese así porque este año ha sido muy duro, para mí y para todas, muy frustrante». Realmente la temporada ha sido durísima para Lagunak, que ha visto cómo jornada tras jornada se le negaba la más mínima alegría, superando incluso la amargura del descenso. Y es que, en este sentido, Goñi admite que la pérdida de categoría «es un palo pero no es una tragedia». Quizá porque las navarras eran muy conscientes desde un principio que entraba dentro de lo posible. De hecho, la cancerbera admite que «muchas que llevamos tiempo en el equipo nos esperábamos que este día pudiera llegar, incluso antes. Nos parecía muy complicado que Lagunak se mantuviera tantos años en Primera, quizá porque solo nosotras sabemos lo que cuesta cada año sacar este equipo, a ver si hay o no presupuesto, si hay o no jugadoras... Todos los veranos ha sido así». Lo cierto es que, pese a las apreturas, el equipo de Barañain ha ido sobreviviendo. «Por el talento de las jugadoras. Las distancias con el resto de equipos ha sido mayor cada año, sobre todo a nivel económico, que es brutal y hasta ahora nos ha salvado el talento y el esfuerzo de las jugadoras. Pero quizá se ha ido perdiendo o, por lo menos, no ha sido tanto como para suplir esa distancia brutal a otros niveles con la mayoría de los equipos de Primera». Lamenta, en este sentido, que el equipo femenino no ha recibido «la confianza y el apoyo que requiere militar en la máxima categoría» por parte de la Sociedad Lagunak o de las instituciones. «Siempre hemos estado en la cuerda floja, sin saber si se iba a apostar por nosotras, nunca ha habido seguridad. Veo al resto de equipos de Primera y, en ese sentido, me dan envidia. Las jugadoras no se tienen que plantear si el año que viene va a haber equipo o no, si va a haber jugadoras, presupuesto para viajar, en caso de lesionarse si se van a operar o van a estar en lista de espera... Hablo con jugadoras del Athletic y de la Real y ellas no se plantean esos problemas, no necesitan planteárselos. Me alegro por ellas y siento envidia por nosotras», confiesa. Lo cierto es que esas diferencias han acabado teniendo su reflejo sobre el terreno de juego y Lagunak ha acabado completando su peor temporada en Primera. Un solo punto y ni una sola victoria que celebrar, a falta de una jornada para el final, como consecuencia de un cúmulo de circunstancias. La marcha, otra vez, de jugadoras importantes, la renovación brutal del equipo, repleto de jóvenes e inexpertas, las lesiones... Y también el infortunio, que difícilmente puede excusar el descenso en un campeonato tan largo, pero sí se alía con el resto de factores y resulta definitivo en tantos momentos que han dejado de ser puntuales. Injusticia «Ha sido duro -insiste Goñi-. No es que nos sintamos unas desgraciadas, pero sí creo que el fútbol ha sido injusto con nosotras a muchos niveles. Lesiones muy graves como la de Alicia nada más empezar, las de Tiara y Susana en invierno... Hemos acabado la temporada con 12 o 13 jugadoras». «No hay que buscar excusas -añade- y no quiero buscarlas porque hemos descendido claramente. Pero sí nos ha dado la sensación de que la suerte nos ha dado la espalda toda la temporada. Nunca hemos dejado de entrenar, de trabajar, de luchar..., más incluso cuando casi todo estaba perdido. Y nunca ha habido recompensa». Se aferra la capitana amarilla al último encuentro -en el que recibió un caluroso homenaje de sus compañeras-, frente al Collerense, que Lagunak afrontaba «con unas ganas terribles. Nos queda otro, pero era el último partido en casa y queríamos ganarlo fuera como fuera. Y lo perdimos de la forma más cruel, en el descuento y de penalti. Y realmente creo que esta temporada no podía acabar de otra manera, no podía acabar con una alegría. Era el único final que cabía en una temporada que no nos ha dado ninguna alegría», lamenta. Y, sin embargo, la guardameta insiste en que la pérdida de categoría «es un palo, pero no una tragedia». También en la necesidad de mirar con optimismo al futuro. «Yo ya bajé con este equipo y volvimos a subir. Yo creo que un bloque importante de jugadoras va a seguir y han aprendido tanto... Muchas chicas jóvenes han hecho un máster este año y yo les insisto en que eso les tiene que servir para que el año que viene dejen de ser «las feas». Tienen que ser las jefas, un equipo ganador, no un equipo triste, que siempre pierde... Tiene que verse la calidad que tienen y todo lo que han aprendido. Y creo que todo será muy diferente». Más noticias del: miércoles, 1 de mayo de 2013
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